sábado, 4 de mayo de 2013

UN REFUGIO PARA TU CORAZÓN



Bueno, por fin empiezo a publicar la novela. la primera escena se desarrolla en un baile, en el castillo real, allí está la protagonista de la historia, Alba, junto a sus amigas, y junto a la alta sociedad de Carelia. os pongo un trozo a ver si os gusta, si es así podréis leer el trozo completo en WATTPAD, pinchando aquí  Un lugar para tu corazón  Aquí lo podréis ir leyendo anticipadamente y de manera continuada, por lo que será más cómodo. de todas maneras en el blog irán saliendo trozos e información adicional.

El Baile
Fíjate, ¿no es hermoso? Lleva el cabello más largo y se le nota más fuerte.
Es que se fue siendo un chiquillo, pero ahora es un hombre.
¡Y qué hombre!
¿Quien será la afortunada?
Dicen que ha desechado casarse con una extranjera.
Entonces, esa princesa rumana...
Es fea como el demonio. Jajajaja.
No es sólo por eso; será una noble de Carelia. Quiere contentar a la nobleza.
¡Entonces podemos ser una de nosotras!
Quizás.
No la hagas caso, al final aparecerá un asunto de estado con otro país y se casará con una extraña.
No es cierto, lo sé por una buena fuente.
Por tu padre, Berta.
Por alguien que sabe más que mi padre.
Dicen que tu padre hace y deshace en la corte a su voluntad. ¿Quién puede saber más que él? ¿En asuntos del corazón? ¡Una mujer, claro!
Jajajaja.
¿Qué mujer?
Vamos, queréis ser muy curiosas.
Entonces es verdad que podemos ser una de nosotras.
Sí, seremos una de nosotras.
¡Ojalá! ¿te imaginas? ¡Es tan hermoso!
¿Has oido Alba? El príncipe se casará con una joven de la nobleza. ¡Alba!
Déjala, está en las nubes.
Sí, déjala; cuando despierte ya habrá terminado la fiesta.
¡Es cierto, jajajaja! Venid, vamos a acercarnos a él.
Sí, veámoslo más de cerca; a ver si ha crecido tal y como dicen.
¡Vamos! ¿Vienes Alba? ¡Alba!
Dejadla. Venid.
¡Vamos, vamos!
Las tres muchachas se apresuraron hacia el lugar en donde el príncipe departía ya con algunos de los asístentes a la fiesta: miembros de las familias más nobles de Carelia. Alba las vio marcharse sin decir nada. Lo cierto es que dede su vuelta del balneario sentía que todo habáa cambiado, y no podía ser de otra manera; el tiempo fuera de la ciudad y del país la había ayudado a tomar una decision y ésta era ya irrevocable. El ver ahora a sus amigas hacerse ilusiones de grandeza y correr como niñas tras una mirada del príncipe la reafirmó en sus convicciones y en su decisión. No había marcha atrás.
Contempló la pista de baile. Tocaban un nuevo vals. Las parejas se arremolinaban y giraban como burbujas buscando la superficie, al compás de una música embriagadora. Se sintió repentinamente muy lejos de aquella vida. Hacía no mucho tiempo había sido como cualquiera de las otras muchachas del baile, como cualquiera de las otras muchachas de su clase, y ahora, sin embargo, veía todo como si estuviera contemplando una vieja historia desde fuera, como esos títeres que divierten a los niños todas las mañanas de domingo en los paséos del Parque de la Independencia. Se dio cuenta de que aquello ya apenas tenía que ver con ella. Su vista paséó por entre los invitados a la fiesta de recepción del príncipe. Tras la entrada de éste en la sala se había producido un revuelo y el joven había acaparado con naturalidad la atención de todos, pero ahora, poco a poco, y con la ayuda de la música y el baile la atmósfera volvía a ser la de una fiesta alegre e intrascendente una de las cientos de fiestas que en los últimos años se habían celebrado en el pequeño país, pensó Alba, tras la confusión inicial todo vuelve a su ser: los políticos conspiran, las altas damas cuchichean, los viejos militares cuentan malos chistes, los muchachos se pavonean y las jovencitas suspiran; debo ser la única que no lo hace.
Al fondo, sentada, divisó a su madre. Estaba lánguida y apagada como siempre. Por un momento le había parecido en Carlsbad, durante el viaje, que su espíritu cobraba un ánimo nuevo, que se sacudía el polvo de esa tristeza eterna que había visto siempre en su cara desde que era una niña, pero una vez de vuelta a la ciudad, o quizás tan solo con atravesar la frontera constató que ese dolor misterioso y persistente se adueñaba de nuevo de ella.
Giró la cabeza buscando a su padre pero tardó en encontrarlo. Estaba más al fondo refugiado tras unas columnas. Reconoció su figura alta y esbelta, el pelo canoso pero enérgico. Sobresalía entre un corrillo de nobles, con los que discutía acaloradamente. Igual que a su madre, triste y apática, a su padre siempre lo recordaba ambicioso e inquieto, colérico e intransigente, como si ambos fueran caras complementarias de la misma moneda. Los opuestos se atraen, pensó Alba. Éste era un pensamento recurrente que siempre surgía en su cabeza al ver a sus padres juntos, y casí siempre un instante después, y esta vez no fue una excepción, se preguntaba: ¿pero tan opuestos? ¿tan diferentes el uno del otro? ¿qué pudo atraerlos en su juventud? ¿Fue un matrimonio de conveniencia?, le había preguntado de discretas maneras a su madre, pero ella había sido incapaz de darle una respuesta concreta; miraba a Alba y parecía intentar ordenar sus recuerdos buscando algún motivo que le uniera al duque: amor dinero, oportunidad... Sus ojos reflejaban siempre el esfuerzo de la búsqueda y luego la decepción al no haber encontrado nada que justificara ese paso dado en su juventud, como si ella fuera otra persona a la que ya no reconociera. A su padre nunca le había preguntado nada, en realidad le costaba tener la más mínima intimidad con él y, desde luego, el duque no la buscaba tampoco. Desde niña siempre se había sentído objeto de una frialdad dificil de explicar, y hasta los siete años no tuvo la sensación de que ese hombre de mirada distante, que nunca la tocaba y apenas reparaba en ella, fuera en realidad su padre. Luego aceptó la situación admitiendo que la preferida fuera su hermana, tres años mayor que ella. Incluso se acusó a sí misma de hacer algo, que su memoria había olvidado, para merecer la indiferencia de su padre.

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